lunes, 8 de diciembre de 2008

Seminario De Derecho de Autor en la India (Tridavdrum, Kerala)

Luis Oporto Ordoñez, Director de la Biblioteca y Archivo del Congreso de Bolivia, participa del Seminario Internacional que se viene realizando en la ciudad Trivandrum, Kerala, India, a partir del 6 de Diciembre en la que se discute los Derechos de Autor y la Propiedad Intelectual.
COPY SOUTH RESEARCH GROUP:
UNA LUCHA PARA ABRIR EL CONOCIMIENTO

Luis Oporto Ordóñez


Una visión contestataria del Copy Right

Desde el 6 de diciembre de 2008, un grupo de Veinticuatro académicos, activistas, poetas, cantautores, ingenieros eléctricos, abogados, bibliotecarios, comunicadores sociales, historiadores y politólogos, procedentes de Argentina, Australia, Bangladesh, Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, Estados Unidos, Filipinas, Holanda, Inglaterra, México, Sudáfrica y Venezuela; se reúne en la ciudad India de Trivandrum, enclavada en una zona tropical de bosques húmedos donde abundan los árboles de goma y las plantaciones de té.

El tema de interés del grupo gira en torno al Derecho de autor y la Propiedad Intelectual, asociado directamente a la generación, uso y diseminación de la información y el conocimiento de la Humanidad que, paradójicamente en la época de su mayor desarrollo, es objeto de comercialización, cosificación, control y mediatización.

Efectivamente, grandes corporaciones van a la caza de las obras intelectuales más emblemáticas de nuestros países para registrarlas a su nombre, a cambio de regalías ofrecidas ‘generosamente’ a los autores o sus herederos, con lo que han incorporado un eslabón más a la cadena de producción del conocimiento.

Un eslabón que tiene tremendo efectos para el futuro de la humanidad, pues a partir de ello se aplica un férreo control del conocimiento y la información, con un alcance aterrador, desde cosas tan simples como el “Happy birth day to you”, que si se interpreta ‘públicamente’ (como sucede cada día en los restaurantes), debe pagar un cánon, so riesgo de caer en la ilegalidad y ser acusado de oficio por ‘plagio indebido’.

¿A quién beneficia esta acción casi demencial de control absoluto? ¿Al autor? Creo que no, pues yace desde hace tiempo bajo una fría loza de cemento. ¿A sus descendientes, quizá? Les llegará unas monedas por cada ejecución pública, cierto. El verdadero beneficiario de la riqueza que pueda generar, va en un porcentaje notablemente mayor, a la empresa que adquirió el derecho de autor, ¡sin que hubiese hecho el mínimo esfuerzo para crear la tonada!

La tendencia actual es ampliar el derecho autoral a 100 años, como se ha verificado ya en varios países; y por si fuera poco, se ha logrado grabar económicamente el préstamo de libros en ¡las bibliotecas públicas! Consecuentemente viene el endurecimiento de la parte coercitiva de la ley, para sancionar drásticamente a los infractores. De forma muy sutil se ha llevado al Estado a erigirse en un gran policía vigilante del control del conocimiento, cuando su papel debiera ser mas bien garantista del acceso de todo ciudadano a este sublime recurso de valor estratégico para el desarrollo.

Esta situación (que puede ser fácilmente tipificada como) ‘perversa’, motivó a un grupo de intelectuales a formar el “Copy South Research Group” (Grupo de Investigación de Copia-Sur).

Alan Story, Colin Darch, Eve Gray, Lawrence Liang, Deborah Halbert, Joost Smiers, entre otros, se reunieron para analizar este acuciante problema desde una doble visión: una posición contestataria al actual sistema de propiedad intelectual y derecho de autor (Copy), y una visión desde los intereses del Sur Global (South).

Copy South, una sociedad virtual

El CSRG se mueve tanto en el plano presencial (vg. por medio de los talleres) como virtual, empleando en este último caso la poderosa herramienta de la Internet. Esta forma de interacción es muy compleja sobre todo al tratarse de una comunidad internacional y por ello multicultural. Los problemas de comunicación y comprensión de los mensajes que se pretenden socializar, son mediatizados por el idioma. Si bien todos pueden comunicarse crucialmente por medio del inglés como una especie de “lengua franca”, las limitaciones gramaticales, idiomáticas, ideológicas y lingüísticas, son más que evidentes.

Todo se hace en casa. Esa es otra cualidad del grupo de trabajo, pues entre sus miembros existen expertos en informática, los que reunidos en un subcomité, han elaborado y construido las herramientas comunicacionales tanto la página web (www.copysouth.org), como la Lista de interés (contact@copysouth.org), que permiten conocer los objetivos, las actividades, referencias de sus componentes y la interacción e intercambio de mensajes en sus diversos foros con facilidades para la traducción simultánea de los mensajes al menos en dos lenguas: inglés y castellano (con las deficiencias indudables de lo que puede hacer un software, pero al final el producto permite una comunicación entendible).

Fronteras sutiles de apropiación del conocimiento

Es obvio que en los países dependientes y atrasados, el control del conocimiento tiene efectos perversos, pues incide directamente en los niveles de desarrollo de sus intelectuales, académicos y técnicos. Su impacto en los servicios de salud, es sencillamente aterrador, pues al no tener acceso a información esencial, se pierden muchas vidas en los quirófanos. Está demás decir que un profesional con estudios completos en los países del Sur Global, tendrá desventajas notables frente a un colega de los países del primer mundo.

Estamos frente a un régimen permisivo de apropiación ‘legal’ (léase mediante el régimen de Derechos de Autor y Propiedad Intelectual) del conocimiento que ha ido formando una sutil frontera entre el primer mundo y el tercer mundo, imperceptible a primera vista, al extremo que la sociedad en general, en un primer momento, condena la ‘ilegal’ (léase mediante las fotocopias y todo tipo de reprografía al margen de lo anterior), adquisición de conocimiento.

La forma ‘legal’ de apropiación y control del conocimiento ha sido sacralizada por los gobiernos mediante acuerdos de validez universal, tales como la Convención de Berna, y por esa vía se han ido incorporando a los países que la suscribieron, mediante regímenes de protección de la propiedad intelectual y el derecho autoral. Desde allí saltaron a las Constituciones, bajo diversas figuras jurídicas.

Sin embargo, detrás de esas acciones (aparentemente legítimas) para el reconocimiento pleno de la creación intelectual y artística, subyacen motivos más poderosos, pero al mismo tiempo deleznables, por su estrecha vinculación con el mercado, convirtiendo al conocimiento, ese sublime producto de la humanidad, en una simple y mercancía.

Eso explica el rigor de la ley para sancionar como ilegal algo que debe ser entendidotas bien como un derecho humano, como en esencia es el conocimiento, pues detrás de su adquisición se encuentra un contexto que asocia al creador con el que le antecedió, es decir que una creación intelectual se caracteriza por beber de las fuentes de un anterior investigador, o creador, inclusive un contexto de comunidad y de naturaleza, que dotan al científico o al artista, de insumos pre existentes. En otras palabras, nadie es dueño único y absoluto de la creación intelectual. Y esta es una premisa que tiene valor tanto para el conocimiento científico como la ficción de un cuento o una novela.

Con un efecto contundente innegable, el mercado del conocimiento, ha tipificado toda acción de apropiación fuera del régimen, como violatorio del derecho y por ello sancionable, sin importar el destino o la motivación que ha llevado al individuo a copiar un producto del conocimiento, sin el permiso respectivo.

La palabreja con la que se tipificó al supuesto transgresor no podía ser más ofensiva: ¡Pirata! En el cerebro humano esa palabra tiene un efecto inmediato, pues salta a primer plano la fatídica calavera que domina el fondo negro de un pabellón castigado por la naturaleza al extremo de haberla convertido en un harapo.

El taller de Kerala: el derecho de autor como derecho social de los pueblos.

Esa situación de notable desventaja que castiga a los países del Sur Global, llevó a ese puñado de activistas a promover una plataforma multidisciplinar para tratar el tema a profundidad. De esa manera se desarrolló el primer taller internacional en la Universidad de Kent (Cantenbury, Reno Unido) el 2005. El resultado de ese primer esfuerzo es la publicación del Dossier del Copy South, traducido un año más tarde al castellano. Paralelamente se trabajó de forma intensa para ampliar el número de miembros del colectivo, a fin de alcanzar una representatividad mundial que era imprescindible para garantizar la objetividad del estudio.

Los copysouthers definen hoy en la ciudad de Trivandrum, en Kerala India, la estrategia para sensibilizar a la sociedad sobre el mezquino interés del control del conocimiento que pretender sostener las transnacionales.

Una apretada agenda de trabajo caracteriza el desarrollo del Taller Mundial, una jornadas de se prolongan por doce horas seguidas de intensa discusión, en medio de críticas y autocríticas, que la torna a veces apasionada y otras apasionante. “Son personalidades muy fuertes, y esto era previsible”, menciona una de las fundadoras de la organización. Efectivamente, nada se deja al azar. Un equipo de camarógrafos profesionales registra en toda su extensión el desarrollo del evento.

Temas de alta sensibilidad, como la “piratería”, y la resistencia al control del conocimiento; la diversidad cultural, conocimientos tradicionales y pueblos indígenas; el concepto de bienes comunes, versus propiedad intelectual, asociado al derecho de autor y la justicia social; la industrial cultural y la economía política del derecho de autor y el rol del derecho de autor en la red de investigación, forma parte de la ambiciosa agenda de trabajo autoimpuesta y autoprogramada por los participantes, mediante consultas en la red de Internet.

Con esos potenciales, el Copy South Research Group, se prepara para lanzar una campaña mundial que permita alcanzar un consenso para exigir que el actual régimen del Derecho de autor y la propiedad intelectual, avance al plano social, es decir que tanto el derecho de autor como la propiedad intelectual, sirvan como sustento para el desarrollo social de los pueblos, y dejen de ser una mercancía más del vasto mercado capitalista.

Erigir una plataforma que sustente el copyright social, es el objetivo de primer orden que se han fijado, en esta apasionante aventura en bien de la Humanidad, 24 quijotes de 20 países de los cinco continentes.

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