Luis Oporto Ordóñez
Director de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional. Docente de Archivística de la UMSA. Presidente del CEPAAA.
El 9 de octubre de 2011 se conmemoró 50 años de la realización de la Primera Reunión Interamericana de Archivos, organizada por Theodore Schellenberg y Gunnar Mendoza, evento que ha sido la base para el actual desarrollo de la archivística iberoamericana, aspecto que constituye un legítimo orgullo para la Archivística boliviana.
Lo «iberoamericano» se comprende a partir de la cruenta conquista española de territorios americanos. Es un término acuñado para morigerar los efectos de lo que los historiadores han venido en denominar el «encuentro de dos mundos» y sin eufemismos la «invasión y etnocidio». En el plano archivístico, esa experiencia ha dado lugar a una prolífica tradición que se expresa en una praxis compleja de desigualdades y reciprocidades: “América surge como realidad dentro de la vida cultural europea en una de las grandes crisis que sufre esta cultura”, afirmó Leopoldo Zea. “El descubrimiento del Continente Americano se origina en la ineludible necesidad que siente el europeo de un mundo nuevo. Europa necesita de América, por esto la descubre”.
La generación de mecanismos institucionales de cooperación institucional es una característica del siglo XX. Un hito fundamental en ese desarrollo es la creación del Comité de Archivos (1947), organismo especializado de la Comisión de Historia del Instituto Panamericano de Geografía e Historia, establecido para “ayudar a la conservación, arreglo y conocimiento de los archivos históricos de América”. Este Comité designó a Theodore R. Schellenberg, para organizar la Primera Reunión Interamericana sobre Archivos (PRIA), celebrada en Washington D.C. (del 9 al 27 de octubre de 1961) al que asistieron 49 profesionales del continente y observadores de España.
Schellenberg tuvo que viajar hasta Potosí para entrevistarse con Gunnar Mendoza, con quien redactaron el amplio programa de la reunión. El célebre archivista norteamericano aprovechó su presencia en esa ciudad para dictar conferencias sobre organización de archivos. Asistieron a la PRIA Gunnar Mendoza, Guillermo Ovando Sanz y Mario Chacón Tórres, quienes presentaron sus ponencias, al igual que los directores de archivo de Latinoamérica y Estados Unidos.
El PRIA concluyó sus debates con la Declaración de Principios y sus resoluciones se convirtieron en una verdadera base programática para el desarrollo archivístico entre las décadas de 1970 y 1980. Se puede afirmar que la cooperación iberoamericana tuvo su inspiración en esas resoluciones. Se crearon varios grupos de trabajo, entre ellos el de la Guía a las Fuentes de América Latina, que publicó la Guía de fuentes para la historia de Ibero-América conservadas en España, en cuya labor tuvieron preeminencia los historiadores. Durante la reunión, Schellenberg había distribuido la versión española de su obra Técnicas Descriptivas de Archivos, la cual motivó las observaciones de la entonces archivista principiante Vicenta Cortés Alonso (1997), y le siguieron los Problemas de Ordenación y Clasificación de Gunnar Mendoza y el Manual de archivología Hispanoamericana de Aurelio Tanodi.
La agenda del PRIA, intensa y productiva, Se plasmó en reuniones y creación de centros y seminarios. La Reunión Técnica sobre el Desarrollo de los Archivos (1972) aprobó “la Carta de los Archivos Americanos, equiparable a las tablas de la ley para todos”, según Vicenta Cortés. Se estableció el Centro Interamericano de Formación de Archiveros. Se convocó al Seminario Interamericano sobre la Integración de los Servicios de Información de Archivos, Bibliotecas y Centros de documentación en América latina y El Caribe (1972); Seminario Multinacional sobre Planificación y Reorganización de Archivos Nacionales (1973); Reunión regional de Expertos para el Desarrollo de los Archivos Nacionales de América Latina (1976), Seminario Interamericano de Cooperación Regional para el Desarrollo de Archivos (1976), culminando en la organización de la Asociación Latinoamericana de Archivos (1974).
Vicenta Cortés Alonso, emblemática archivista española legítimamente iberoamericana, quien asistió a la PRIA, como representante de Colombia, resume sus alcances: “este encuentro fue la primera piedra de la que han ido saliendo varios sillares del edificio de los archivos americanos. Es más, la semilla allí sembrada, simbólicamente, estaba germinando y se convertiría en un buen semillero de nuevas iniciativas”. Efectivamente, la PRIA originó un vasto programa de cooperación técnica que desarrolló España a favor de los archivos Iberoamericanos. Vicenta Cortés Alonso fue la responsable de ejecutar el punto 7 de las Resoluciones del PRIA (Cf. Formación de Archiveros) desarrollado en base al Proyecto de Javier Malagón, donde surgieron los cursos auspiciados por el Centro Interamericano para el Desarrollo de los Archivos en Córdoba, Argentina (1972-1988) y los de la Escuela Nacional de Documentalistas en Madrid, España, con becas del Programa Especial de Capacitación de la OEA (PEC-1224), que se inició en 1975 y culminó en 1992, impulsado por José Sánchez Belda y ejecutado por Vicenta Cortés Alonso (Inspectora General de Archivos y directora del Curso), Carmen Crespo Nogueira (Directora del Centro de Conservación y Restauración) y Carmen Pescador del Hoyo (Directora del Archivo General de la Administración, en Alcalá de Henares). En 1975 España apoyó al funcionamiento del Centro de Restauración y Microfilmación de Documentos para el Caribe y Centroamérica, con sede en Santo Domingo.
La experiencia española adquirió su propia impronta, desvinculándose de la OEA, con un agresivo programa que dio excelentes resultados, impulsado desde la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, que inició los cursos de la Escuela de Archivos para Ibero-América en 1991 e instalando el Centro Iberoamericano de Formación Archivística en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia).
En otro rubro se organizó en Madrid, en 1989, el Grupo Iberoamericano de Gestión de Documentos, abordando la álgida problemática de los archivos administrativos, colectivo que publicó dos obras de importancia Archivos Administrativos Iberoamericanos, Modelo y Perspectivas de una Tradición Archivística (1996) y Hacia un Diccionario de Terminología Archivística (1997). De esa manera, España se situó entre los países más desarrollados en materia archivística, generando programas en todos los ámbitos para apoyar los archivos históricos y administrativos. Sin embargo, avanzó más allá, cruzando el límite de los archivos públicos, aproximándose a los archivos de los sindicatos, por primera vez en América Latina. En 1992, organizó la Primera Reunión Iberoamericana para la Recuperación de Archivos y Documentación de los Trabajadores y Movimientos Sociales, de la que surgió la Asociación Iberoamericana para la Recuperación y Protección de los Archivos de los Trabajadores y sus Organizaciones (AIRPATO).
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